Huesos, paredes, comida, robots y hasta joyas se pueden fabricar ahora en las asombrosas impresoras en tercera dimensión.
En una mañana de finales de julio, científicos de la Universidad de Southampton, Inglaterra, celebraron que un pequeño avión manejado a control remoto y diseñado en sus oficinas volara y aterrizara por primera vez sin contratiempos. El hecho no habría sido noticia de no ser porque se trataba de la primera nave de este tipo que no fue ensamblada parte por parte, sino producida en una impresora 3D en apenas 48 horas. Esa hazaña fue una prueba más del potencial que tiene esta tecnología en muchas áreas, incluida la industria aeronáutica, gracias a lo cual hoy se ve como una revolución que tendrá tanto impacto en la vida de la gente como lo tuvo la industrial a finales del siglo XVIII.
En el Massachusetts Institute of Technology (MIT), ya se ha impreso una flauta que suena tan bien como las convencionales. Otro grupo hizo un violín Stradivarius. En California, una empresa imprimió una pared, y en Holanda, se fabrican sillas, mesas, lámparas y piezas más pequeñas como anillos y aretes, que se venden en el todo el mundo. Otros usan el proceso para hacer repuestos de autos antiguos o para coronas dentales. Hay incluso impresoras 3D, como la RepRap, que puede replicarse a sí misma. Algunos ya hacen robots con formas de insectos con una impresora 3D. Lo más impresionante es cómo la gente le encuentra aplicaciones a esta tecnología en la arqueología, la biología (para la impresión de órganos) o la impresión de comida. Por ejemplo, el más reciente desarrollo de científicos de la Universidad de Exeter es una impresora 3D que produce chocolates.
Esta tecnología existe hace dos décadas para hacer prototipos a los que se les hacen correcciones antes de llevarlos a una producción en serie. Pero en la medida en que el precio de estos aparatos se ha ido reduciendo, y las impresoras 3D han ido conquistando adeptos en todos los campos, pasaron de hacer simples modelos a productos acabados. No es, como muchos creen, máquinas que producen modelos o partes. En este caso el producto sale totalmente acabado y ensamblado. A veces, como en el caso de los insectos robots, solo se les agregan las alas manualmente.
En el mundo están surgiendo empresas que ofrecen este servicio pero todavía el grueso de clientes son ingenieros y arquitectos. La gente común no entiende el concepto. Siempre asocia esto a la impresión en papel pero no logran imaginar que un objeto hoy se puede imprimir.
Para evitar ese tipo de confusiones, se conoce esta tecnología como manufactura aditiva, pues la máquina va haciendo el diseño al adicionar las diferentes capas que hacen parte del objeto. El proceso desde afuera funciona así: se parte de una idea, se la traduce en un archivo 3D, se presiona 'imprimir' y la impresora hace el objeto". Internamente, lo que sucede es que el programa toma el diseño digital, lo descompone en capas de menos de un milímetro cada una y envía esa información a la impresora, que las va reproduciendo fielmente de abajo hacia arriba hasta completar el producto.
Pero lo que se hace hoy es apenas la punta del iceberg. Ya se trabaja en producir órganos en cuyo caso la tinta de las impresoras sería hecha de proteínas y células. Ya existen empresas que se están preparando para, en menos de dos años, empezar comercializar la tecnología para imprimir casas, que se harían capa por capa como los objetos más pequeños, aunque con una impresora gigante que utiliza algo parecido al cemento. Otras firmas buscan imprimir prótesis a la medida del paciente y a menor costo que las actuales.
En el Massachusetts Institute of Technology (MIT), ya se ha impreso una flauta que suena tan bien como las convencionales. Otro grupo hizo un violín Stradivarius. En California, una empresa imprimió una pared, y en Holanda, se fabrican sillas, mesas, lámparas y piezas más pequeñas como anillos y aretes, que se venden en el todo el mundo. Otros usan el proceso para hacer repuestos de autos antiguos o para coronas dentales. Hay incluso impresoras 3D, como la RepRap, que puede replicarse a sí misma. Algunos ya hacen robots con formas de insectos con una impresora 3D. Lo más impresionante es cómo la gente le encuentra aplicaciones a esta tecnología en la arqueología, la biología (para la impresión de órganos) o la impresión de comida. Por ejemplo, el más reciente desarrollo de científicos de la Universidad de Exeter es una impresora 3D que produce chocolates.
Esta tecnología existe hace dos décadas para hacer prototipos a los que se les hacen correcciones antes de llevarlos a una producción en serie. Pero en la medida en que el precio de estos aparatos se ha ido reduciendo, y las impresoras 3D han ido conquistando adeptos en todos los campos, pasaron de hacer simples modelos a productos acabados. No es, como muchos creen, máquinas que producen modelos o partes. En este caso el producto sale totalmente acabado y ensamblado. A veces, como en el caso de los insectos robots, solo se les agregan las alas manualmente.
En el mundo están surgiendo empresas que ofrecen este servicio pero todavía el grueso de clientes son ingenieros y arquitectos. La gente común no entiende el concepto. Siempre asocia esto a la impresión en papel pero no logran imaginar que un objeto hoy se puede imprimir.
Para evitar ese tipo de confusiones, se conoce esta tecnología como manufactura aditiva, pues la máquina va haciendo el diseño al adicionar las diferentes capas que hacen parte del objeto. El proceso desde afuera funciona así: se parte de una idea, se la traduce en un archivo 3D, se presiona 'imprimir' y la impresora hace el objeto". Internamente, lo que sucede es que el programa toma el diseño digital, lo descompone en capas de menos de un milímetro cada una y envía esa información a la impresora, que las va reproduciendo fielmente de abajo hacia arriba hasta completar el producto.
Pero lo que se hace hoy es apenas la punta del iceberg. Ya se trabaja en producir órganos en cuyo caso la tinta de las impresoras sería hecha de proteínas y células. Ya existen empresas que se están preparando para, en menos de dos años, empezar comercializar la tecnología para imprimir casas, que se harían capa por capa como los objetos más pequeños, aunque con una impresora gigante que utiliza algo parecido al cemento. Otras firmas buscan imprimir prótesis a la medida del paciente y a menor costo que las actuales.
Este tipo de tecnología tiene varias ventajas. Entre las más notables está que se desperdicia menos material y se bajan los tiempos y los costos de producción al reducir los empleados que se requieren en el ensamblaje. Hoy en día, una casa en Estados Unidos demora más de un año en hacerse y con esta nueva tecnología podría "imprimirse" en pocos días. Pero además está la posibilidad de diseñar cosas a la medida y fieles al objeto original. Así mismo, los modelos pueden ser personalizados con una simple modificación del diseño original. Cada persona puede crear su propia versión de lo que compra. Por eso, se habla de producción masiva de objetos a la medida, algo que en el actual modelo de producción a escala no es posible. La impresión 3D también le daría un impulso a la innovación porque permite crear formas que no se pueden hacer por la vía tradicional.
Desde ya se anticipa que en cuanto la impresión 3D se popularice habrá un cambio de paradigma. Los patrones globales de importaciones y exportaciones se verían afectados. Los archivos digitales de un producto se envían por 'e-mail' y luego el objeto se puede imprimir en cualquier parte del mundo, lo que ahorra tiempo y dinero en transporte. Esto significa que no habrá necesidad de fábricas grandes si cada ciudad tiene un centro de impresión para producir cosas. Otros piensan que la producción ya no se concentrará en países cuya mano de obra es barata sino también en los industrializados. Y también se prevén más litigios por propiedad intelectual, ya que un diseño se podría piratear fácilmente.
Algunos comparan lo que está pasando con lo que sucedió con la ilustración y la pintura cuando apareció la fotografía, que capturaba el mundo tal y como era. Con la impresión 3D ocurre algo parecido, pues al escanear cualquier objeto e imprimirlo capa por capa con asombrosa precisión y fidelidad, se podrán hacer copias idénticas a las originales, y será solo cuestión de tiempo que eso se traduzca en hacer huesos, órganos, instrumentos, celulares o cualquier otra cosa funcional. Se trata de otra revolución industrial, pero esta vez en la era digital.
Desde ya se anticipa que en cuanto la impresión 3D se popularice habrá un cambio de paradigma. Los patrones globales de importaciones y exportaciones se verían afectados. Los archivos digitales de un producto se envían por 'e-mail' y luego el objeto se puede imprimir en cualquier parte del mundo, lo que ahorra tiempo y dinero en transporte. Esto significa que no habrá necesidad de fábricas grandes si cada ciudad tiene un centro de impresión para producir cosas. Otros piensan que la producción ya no se concentrará en países cuya mano de obra es barata sino también en los industrializados. Y también se prevén más litigios por propiedad intelectual, ya que un diseño se podría piratear fácilmente.
Algunos comparan lo que está pasando con lo que sucedió con la ilustración y la pintura cuando apareció la fotografía, que capturaba el mundo tal y como era. Con la impresión 3D ocurre algo parecido, pues al escanear cualquier objeto e imprimirlo capa por capa con asombrosa precisión y fidelidad, se podrán hacer copias idénticas a las originales, y será solo cuestión de tiempo que eso se traduzca en hacer huesos, órganos, instrumentos, celulares o cualquier otra cosa funcional. Se trata de otra revolución industrial, pero esta vez en la era digital.